Contacta con nosotros

¿Quieres pertenecer a la Asociación?

Colegio fundado en Palma de Mallorca en el año 1561 

Historia del Colegio

HISTORIA DE LA IGLESIA Y COLEGIO MONTESIÓN
P. Ramón Aguiló Forteza S.J.

Nota: Extractos del libro “Historia de la Iglesia y Colegio de Montesión” escrito por el P. Ramón Aguiló Forteza S.J., Escritor, a quien agradecemos sinceramente su valiosa ayuda y cooperación.


PRIMEROS PASOS HACIA LA FUNDACIÓN.


Uno de los más influyentes jesuitas del tiempo de su Fundador, Ignacio de Loyola, fue sin duda, un mallorquín, palmesano: Jerónimo Nadal Morey, quien probablemente había nacido en la calle que ahora lleva su nombre. Nació el 11 de Agosto de 1507. Era de una familia rica y terrateniente.


Murió en la Casa Noviciado de San Andrés del Quirinal en Roma el día 3 de Abril de 1580, a los 73 años de edad y 35 de Jesuíta. Murió en el Día del Señor Resucitado, Domingo. Pero aquel fue un Domingo muy especial. Porque era el Domingo de la Resurrección de Jesucristo, el Señor, el Domingo de Pascua.


Nadal había trabajado mucho por el establecimiento de la Compañía de Jesús en varias ciudades de Europa, había ocupado altos cargos de gobierno en la misma Compañía y había promulgado las “Constituciones” de la nueva Orden por encargo de Ignacio de Loyola. Nadal dejó también numerosos e interesantes escritos y originales dibujos.


Parece ser que no regresó ya a su Ciudad natal, Palma, después de haberse integrado en la Compañía de Jesús.


NADAL Y LA COMPAÑÍA.


Recordemos algo de la vida de Jerónimo Nadal. Cuando Nadal, joven, era estudiante en Alcalá conoció a Iñigo de Loyola, pero no se dejó arrastrar por la impactante personalidad espiritual de su compañero y amigo. Se separaron. Cada uno siguió su camino.


Sin embargo, unos años más tarde, al leer una de las cartas que Francisco Xavier enviaba desde la India, Jerónimo Nadal experimentó una profunda conmoción. Y se decidió. Quiso seguir los pasos del primer Compañero de San Ignacio. La Compañía de Jesús ya había sido fundada. Y ya tenía P. General que era Ignacio.


Nadal que estaba deprimido y enfermizo, se sintió rejuvenecer. Cruzó el mar. Y se embarcó en Barcelona, para dirigirse a Roma. Se entrevistó con Loyola. Practicó los Ejercicios Espirituales. E ingresó en la Compañía. Era el 29 de Noviembre de 1545, once años antes de que muriera Ignacio.

Estos años fueron decisivos en la nueva fundación.


Nadal fue el brazo derecho de Ignacio, para dar a conocer y promulgar las “Constituciones” de la Compañía, redactadas por Ignacio y aprobadas por sus compañeros.


Con esta finalidad de tanta importancia Jerónimo Nadal tuvo que viajar por diferentes países de Europa, en donde ya había comunidades de los nuevos Jesuítas.

Algunos historiadores consideran a Jerónimo Nadal una forma de Segundo Fundador de la Compañía. Entre estos historiadores hay que recordar a J. B. Herman sj de Lovaina y a James Broderick sj de Londres. Tal vez sería mejor considerar a Nadal como el brazo derecho, el hombre de confianza, del Fundador de la Compañía de Jesús, Ignacio de Loyola, en el pleno ejercicio de su Generalato.


NADAL Y LA FUNDACIÓN EN MALLORCA.


Jerónimo Nadal fue el jesuíta decisivo para la fundación del Colegio de Nuestra Señora de Monte Sión en su ciudad, Palma de Mallorca.

Aquí ya era deseada la presencia de los Jesuitas. Y así se expresaron varios personajes importantes de la ciudad: el canónigo Nicolás Montayans y Berard, entre otros.


Poco antes de morir, Ignacio también se interesaba por esta fundación, en su correspondencia con Nadal. Los miembros del Jurado de la ciudad y reino de Mallorca expresaron en carta, la súplica de la presencia de los jesuitas en su territorio.


Lo mismo pedía el ejemplar sacerdote, Juan Salvador Abrines, confesor y director espiritual de la que después fue santa Catalina Thomás.


Finalmente se escuchó la voz del Obispo de Mallorca, Diego de Arnedo, amigo personal del nuevo general de la Compañía, Diego Laínez.


LLEGADA A PALMA DE LOS PRIMEROS JESUÍTAS.


Así el 24 de Agosto de 1561, cinco años después de la muerte de Ignacio de Loyola, hicieron su entrada en la ciudad de Mallorca los cinco jesuitas fundadores del Colegio de Nuestra Señora de Monte Sión. Habían desembarcado en Sóller el día anterior.

Llegaban el Rector del Colegio, Francisco Boldó, los sacerdotes Bernardo Verdolay y Jerónimo Mur, y los hermanos ayudantes Juan Navarro y Francisco Fortuny.

En un muro del claustro principal se puede ver una lápida de mármol en la que se recuerda este hecho.


Esta lápida fue colocada en el año 1988, primer centenario de la canonización de San Alonso Rodríguez por el Papa León XIII. El texto está redactado en Mallorquín.


SE VAN ABRIENDO CAMINO.


Durante un mes aquellos recién llegados jesuítas estuvieron hospedados en casas de Juan Abrines, mientras buscaban lugar para su residencia definitiva.


En el “Call” de los Judíos mallorquines se había levantado su Sinagoga, demolida en 1323. Los Judíos habían sido expulsados ya. Y solamente quedaban los “Conversos” y sus familias y descendientes que habitaron en otros barrios de la Ciudad.


En el lugar de la Sinagoga desaparecida se había construido una Capilla, dedicada a la “Presentación de la Santísima Virgen”, también llamada “Nuestra Señora de Monte Sión”.


Así quedaban entrelazados el recuerdo de la Sinagoga Israelita y el nombre de María Santísima que, de jovencita, se ofreció a Dios en el Templo de Jerusalén, ubicado en la parte de la Ciudadela donde estuvieron los Palacios de los Reyes Israelitas y el Templo consagrado a Dios, es decir, en el Monte Sión.


Esta Capilla fue confiada al cuidado pastoral de los cinco Jesuítas llegados a Mallorca. Comenzaron a trabajar en el “Call”, en lo que había sido “Guetto” judío. Los Jesuítas querían crear allí una Iglesia y un Colegio, dos columnas inseparables de la construcción de su apostolado.


Era pequeña aquella Capilla recibida. Pero tenía una joya histórica y artística de gran valor, un retablo gótico de principios del siglo 15, que fue pagado por un caballero llamado Antonio Salom, cuyo nombre consta en la parte más baja del Retablo.

Cerca de la Capilla se había establecido en 1483 el primer “Estudi General de Mallorca”.


Alrededor de la capilla había varias casas que los jesuítas fueron adquiriendo y comprando para vivir allí y estructurar un nuevo colegio. Aunque el primer curso, año 1562, las clases todavía se dieron en el Estudio General cercano.


Pero el trabajo principal de los Jesuitas que pronto llegaron al número de doce, fue el de la predicación en la catedral y en diferentes parroquias e iglesias de la Ciudad. Es decir, sus actividades fueron al principio primordialmente pastorales. Trabajaron donde pudieron, donde les llamaban. Muy pronto fundaron la primera Congregación Mariana de España con el título de “La Anunciación”. Era el año 1570, un año antes de que llegara a Palma Alonso Rodríguez y poco después de que se fundara la que se llamó más tarde la “Prima Primaria” del Colegio Romano, dirigido por los Jesuítas. Esta que ya existía en 1563, recibió la confirmación Pontificia por la Bula “Omnipotentis Dei” del Papa Gregorio XIII, el 5 de Diciembre de 1584. La del Colegio Romano se desglosó en tres: 1. Para mayores de 21 años (que fue llamada la “Prima”). 2. Para jóvenes entre los 14 y los 21 años 3. Para los menores de 14 años.


La Capilla de Monte Sión no tenía espacio suficiente para reunir a las gentes que deseaban escuchar a los jesuitas. Era necesaria una iglesia.


INICIOS DE LA ACTUAL IGLESIA.


En 1571, diez años después de la llegada de los primeros jesuitas a Palma, el P. Bartolomé Coch, segundo rector de la comunidad jesuítica, emprendió la construcción de la actual iglesia. El año 1576 ya se pudo utilizar una parte de ella.


MONTE SIóN FUE CRECIENDO.


El P. Jerónimo Nadal seguía con interés este crecimiento material y apostólico del Colegio y de la Iglesia. Se preocupó de enviar a los Jesuítas, interesantes y numerosas reliquias de Santos y de objetos relacionados con la vida y pasión de Jesucristo. Los padres y estudiantes jesuítas se dedicaron a la predicación y a la catequesis de los pequeños en nuestra iglesia y en otras.


El año 1576 la nueva iglesia, con cuatro capillas en cada lado (que más tarde fueron creciendo en número por diferentes causas), fue bendecida por el Obispo Juan Vich y Manrique, el día de la víspera de la fiesta de la Santísima Trinidad.


Celebró la primera Eucaristía el canónigo Malferit y predicó el mismo Obispo. En este momento la Iglesia tenía, además de la puerta principal, otra a la derecha del que entra, mirando hacia la Calle del Viento y otra, a la izquierda, que daba acceso al claustro del Colegio.


Actualmente un atento observador, pasando por la calle del Viento, puede constatar en el muro de la iglesia la evidente señal en el lugar donde se encontraba dicha puerta. Coincide con la segunda capilla del interior.


En cambio, la puerta de acceso al claustro no ha dejado huellas visibles, pero parece ser evidente que estaba en la segunda Capilla de la izquierda del que entra, es decir, la que se encuentra después de la Capilla de San Alonso.

Sin embargo, el conjunto de la Iglesia de Monte Sión fue adquiriendo nuevos aspectos artísticos a través de los años.


En 1624 se comenzó la construcción de la actual fachada que fue terminada en 1683, como consta en la grabación que se puede leer en la misma fachada.

Toda ella se construyó con donativos de los fieles. Hay que notar en la fachada las tres esculturas de la Virgen María, San Ignacio y San Francisco Xavier. Además el escudo del fundador del colegio, en el centro, y la inscripción “Diligit Dominus portas Sion”, que es considerada como lema del Colegio y que una vez más recuerda al Monte Sión de Jerusalén.


FUNDADOR DEL COLEGIO.


Como fundador del Colegio de Monte Sión es recordado Don Raimundo de Verí y Despuig, Baylío o Comendador de la Orden de San Juan de Malta en Mallorca. Su vida y la de sus descendientes no estuvo exenta de dificultades, porque él llegó a presentir algunos de aquellos terribles años de las luchas entre los “Canamunt” y “Canavall”, una especie de guerra civil en la Isla, que vivieron plenamente sus sucesores.


Pocos años después de su muerte (1599), durante el espacio de un año, el 1607, fueron ajusticiados catorce bandoleros.


En el mes de Marzo de 1611, los Canamunt y los Canavall enfrentaron a sus respectivos bandoleros.


El día 14 de Marzo, después de una discusión entre ellos, Rafael Baró se escondió con su hermano Francisco en la Iglesia de San Jaime. El bando contrario los persiguió, y les disparó con el arcabuz. Rafael pudo huir, pero su hermano murió apuñalado debajo del púlpito de la Iglesia.


Otro dato: Hubo un desafío entre Don Rafael de Verí y el caballero de Ibiza, Pedro Juan Quint Fuster. Fue por el amor de una muchacha.


Los parientes de Verí se reunieron y decidieron que Rafael debía desafiar a su contrario. Les citaron para encontrarse en la Plaza del Carmen. Los Verí comieron juntos en la celda de un Fraile del Convento del Carmen. Juan Quint, el adversario, se presentó a la cita, solo, lo que decidió su suerte. Los Verí salieron del convento dieron tres estocadas al Quint, y lo hirieron de muerte. Sus amigos lo recogieron. El tuvo tiempo todavía para confesarse, para dictar un testamento y una hora después, murió.

Esta es una pequeña muestra de lo que sucedía en aquellos años de comienzo del siglo 17 en Mallorca.


Volvemos al Fundador del Colegio de Monte Sión, Raimundo de Verí. Este caballero recibió la carta patente de fundador, firmada por el entonces P. General de la Compañía de Jesús, Claudio Aquaviva. Se realizó el acto de entrega de la carta patente a Don Raimundo en una fiesta solemne el 21 de Noviembre de 1597, fiesta del titular del Colegio y de la Iglesia, la Presentación de Nuestra Señora. En el Noviembre del 1997 se cumplen los 400 años.


Su tumba está en el muro izquierdo del Altar Mayor actual. Allí una larga inscripción explica cuáles eran las virtudes del Fundador, que murió cuando tenía 84 años.

Raimundo de Verí murió dos años después de recibir la carta patente del General de los Jesuítas, el 21 de Julio de 1599. En su último testamento él había pedido que su cuerpo fuera sepultado en la iglesia de Monte Sión. Y así se hizo. Su magnífico y suntuoso sepulcro tal como puede admirarse ahora fue terminado el año 1633, como explica la inscripción.


RETABLO DEL ALTAR MAYOR.


El monumental, precioso y espléndido Retablo del Altar Mayor se comenzó a construir en 1607, y se consideró como terminado el año 1609. Hacia el año 1626 fue dorado con gran esmero y materiales de calidad.


El retablo es obra del escultor Camillo Silvestro Parrino (o Perino), nacido probablemente en Milán en 1573 y fallecido en Palma en 1612, a los 39 años. Fué enterrado en el convento de los Dominicos de Palma. En 1607 firmó el contrato para realizar el Retablo, incluída la base, el Sagrario y siete Imágenes, por la cantidad de 1.300 libras, sin contar la madera y la piedra necesarias. Es una obra de gran estilo. Perdido el retablo de los Dominicos, sólo queda el de Monte Sión para valorar la capacidad de Parrino. Ha sido muy estudiado posteriormente. El Sagrario actual no es el original.


Observándolo con atención, se distinguen claramente dos estilos, el de la parte más baja y el de la parte alta.


El relieve superior es el que le da nombre: Retablo de la Presentación de Nuestra Señora, o Nuestra Señora de Monte Sión. Es ahora la obra artística más apreciada de la Iglesia. Una de las “Joyas” del Complejo.


Es interesante observar que todos los santos de este bello retablo llevan en alguna de sus manos un libro abierto. En la parte superior del retablo, comenzando por la izquierda, vemos a San Pedro, San Ignacio, la Virgen Madre con su Niño Jesús coronados los dos, San Francisco Xavier, San Pablo.

En la parte inferior, los cuatro Evangelistas, que tienen a sus pies los cuatro símbolos, en forma de “Vivientes” que les atribuye el Libro del Apocalipsis, en su capítulo 4, versos 7 y ss., según las hipótesis de algunos comentaristas. Estos cuatro “Vivientes” Apocalípticos son: León, Novillo, Hombre, Aguila.


Además hay varias inscripciones en la parte central del retablo. Las tres de la parte más baja, rodean parcialmente al ostensorio en el que anteriormente se acostumbraba a exponer la Eucaristía, en la Custodia, para su adoración.


La inscripción más céntrica dice: “Manna Absconditum” (“Maná escondido”). Las dos más pequeñas reproducen contraídas las palabras de Jesús: “Ego sum” (“Yo soy”), la de la izquierda y la de la derecha: “Panis Vivus” (“El Pan Vivo”).

En la franja más baja del retablo se reproducen cuatro escenas de la infancia de Jesús, siguiendo este orden a partir de la izquierda del que mira: Circuncisión del Niño Jesús (Hecho muy unido a la historia y al nombre de la Compañía de Jesús), Nacimiento de Jesús y su adoración por los pastores, Adoración de los Magos, Anunciación de la Encarnación por el Arcángel a María.


CAMPANARIO.


El campanario no tiene un especial valor artístico. Carece de esbeltez, cualidad que se puede observar en los campanarios vecinos.

Las dos campanas del campanario fueron fundidas y colocadas en los años 1624 y 1626. La mayor se llamaba “María”. Pero sufrieron los avatares de las persecuciones violentas. Fueron destruidas por los que ocuparon los locales del Colegio y la Iglesia en las agitaciones del mes de Febrero de 1837.


QUIéN FUE SAN ALONSO.


San Alonso Rodríguez fue portero del Colegio de Monte Sión. Este fue su único destino. Nunca cambió de casa. Y el de portero fue el principal trabajo que realizó en su larga vida. Con este trabajo se santificó. Fue un segoviano que fracasó en su tierra, porque no pudo cursar hasta el final los estudios en el Colegio de Alcalá de los PP. Jesuítas a causa de la prematura muerte de su padre. Además no supo llevar adelante la tienda de telas que su madre le confió. Finalmente contrajo matrimonio, tuvo dos hijos, pero muy pronto se le murieron la esposa y los dos hijos y casi enseguida se le murió la madre. Así quedó solo.


Entregó sus bienes a sus dos hermanas, Juliana y Antonia, muy piadosas ellas, y él quiso entrar en la Compañía de Jesús, pero al principio no se le quería admitir a causa de su edad, su falta de preparación en los estudios y su poca salud. Hasta pensó en hacerse ermitaño. Finalmente fue admitido para “Hermano Coadjutor” de la Compañía para que pudiera ser santo.


Vivió entre los años 1533 y 1617, y murió a los 84 años. Había permanecido en el Colegio de Palma 47 años. Había sido admitido en la Compañía el año 1571. 7 meses después fue destinado al Colegio de Monte Sión. Y casi enseguida fue nombrado portero. Durante su vida de portero fue el gran orientador espiritual de una parte de Palma de Mallorca, escritor, místico, que sabía servir a Jesucristo en los prójimos, sus hermanos. Ha dejado miles de páginas escritas, y sobre todo un mensaje, cuando, al escuchar la campanilla de la portería, se levantaba de su asiento, mientras decía: “Ya Voy, Señor”. Durante muchos años Mallorca, de la que ha sido proclamado patrono, ha mantenido una ferviente y espiritual admiración y devoción por San Alonso.


SU CAPILLA: VERDADERO SANTUARIO.


La Capilla de San Alonso Rodríguez es la parte más hermosa de la iglesia de Monte Sión. Es de un estilo barroco uniforme en la parte alta. Y tiene una gran perfección artística y arquitectónica. Está coronada por una elevada cúpula que comunica impulso espiritual de elevación, al mismo tiempo que luz solar hacia el interior. En la concepción de esta Capilla intervino el arquitecto menorquín Jaime Goñalons, nacido en el pueblo de Alaior (Menorca) y familiar de varios religiosos. Ha dejado, además de ésta, obras importantes en su ciudad de nacimiento. Goñalons es un apellido frecuente en Menorca. El Mallorquín, Francisco de Herrera (s. 18) puso el broche de oro con la cúpula. Pero no todo es superior.


La costeó Doña Ana María Mut y Danús. Las obras fueron comenzadas un siglo después de la muerte de Alonso Rodríguez, por tanto, ya en el siglo 18. Algunos estudiosos señalan una fecha anterior, para su comienzo: el año 1635, sólo 18 años después de la muerte de Alonso. La Capilla ahora exhibe en el centro del Altar Mayor el sepulcro dorado, con los restos, el esqueleto, del Santo, recubiertos de un facsímil de su cuerpo, obra del escultor Guillermo Torres Robert quien, nacido en Palma en 1755, falleció en la misma ciudad en 1829. Fue también pintor.


Una larga inscripción explica la historia de este sepulcro. Dice así: “Ossa B. Alphonsi Rodriguez S. I., Leone XII P. M. conced. hic s. s. X K. Nov. MDCCCXXV”. La traducción sería: “Se concedió por el Sumo Pontífice León XII que los huesos del Beato Alfonso Rodríguez fueran santamente conservados aquí. Día 10 de las Kalendas de Noviembre de 1825”. En la parte alta frente al sepulcro pueden verse los tubos de un órgano, que lleva las siguientes letras y año: “Año J.F. 1866”. Las iniciales del donante, Joaquín Ferragut, y el año de su instalación.


Los restos de Alonso Rodríguez estuvieron en diferentes sitios, antes de colocarse en la urna-sepulcro actual. Hay que recordar que Alonso fue beatificado por León XII el año 1825. En 1626, sólo nueve años después de su muerte, había sido incoado el proceso. Durante el siglo 17, en repetidas ocasiones, las autoridades eclesiales, insistieron en sus peticiones de beatificación del H. Alonso. En 1824 sucedió algo curioso. Porque el Papa León XII el día de la Fiesta de San Ignacio de Loyola, 31 de Julio del año 1824, se dirigió a la Iglesia del Gesù de Roma, para celebrarla, juntamente con los Jesuítas, y al final de la celebración anunció ante todos los numerosos participantes que el H. Alonso Rodríguez sería inscrito en el Catálogo de los Bienaventurados. Y así lo realizó pocos meses después.


El Beato Alonso fue canonizado por el Papa León XIII, el 15 de Enero de 1888, en el mismo día en que era canonizado, el discípulo predilecto de Alonso, el P. Pedro Claver, el que se firmó como “Esclavo de los Esclavos” en Cartagena de Indias, la actual Colombia, en Sud América. Numerosos cuadros representan esta íntima y espiritual amistad entre el Portero Segoviano y el Catalán Estudiante para Sacerdote.

Pedro Claver, nacido en Verdú (Cataluña), había llegado a Palma el día 11 de Noviembre de 1605, para estudiar Filosofía. Estuvo aquí tres años, porque viajó de nuevo para la Península en Noviembre de 1608, y después para Cartagena de Indias. Los tres años en Palma fueron decisivos para su vida y su santidad, porque habló repetidas veces con el Santo Hermano Alonso, quien le indicó la voluntad de Dios de que fuera Misionero.


CAPILLA DE LAS RELIQUIAS Y MUSEO DE SAN ALONSO


Los altares laterales de la iglesia han sufrido diferentes modificaciones a través de los tiempos.


Uno de estos cambios se ha realizado en la “Capilla de las Reliquias”, que ahora algunos llaman la “Capilla del Retablo”. Atravesamos la iglesia. Pasamos por la puerta que da acceso a la sacristía. Vemos algunos cuadros. Y nos detenemos ante una puerta que se encuentra a nuestra izquierda. La abrimos y nos encontramos en la Capilla. Enseguida contemplamos el hermoso retablo gótico, brillante y significativo. Una “Joya” histórica y artística.


En este espacio se encontraba antiguamente la portería del Colegio y la habitación del portero. Ahora es una Capilla, donde se reúnen las gentes para retiros, encuentros y otras actividades espirituales. Aquí vivió, trabajó, escribió y murió el Santo de Monte Sión: Alonso, el segoviano, integrado en la vida mallorquina.


En esta Capilla se conservaban algunas reliquias especiales, que ahora pueden verse en el pequeño Museo.


A la derecha del Altar existe una ventana, para poder contemplar cómo era y dónde estaba colocada probablemente la habitación del pobrísimo Portero de Monte Sión, San Alonso Rodríguez.


LA “JOYA ARTÍSTICA E HISTÓRICA” DE MONTE SIÓN.


También hay que dar una ojeada a una de las “Joyas Artísticas e Históricas” del Complejo de Monte Sión, el Retablo que le dio su nombre y que los primeros jesuítas recibieron. Después de una larga y variada peregrinación, según los avatares de la historia, este retablo de la “Presentación de Nuestra Señora” se encuentra en la que se llamaba “Capilla de las Reliquias”.


Un historiador dice así: “Es curioso recordar aquí las andanzas por la iglesia de esta preciadísima joya: de la primitiva capilla de Monte Sión, entregada a nuestros padres al llegar a Mallorca, pasa en nuestra nueva iglesia al que es ahora altar y capilla de la Inmaculada. Cuando en 1642 se coloca en esta capilla la imagen de San Luis, nuestro retablo queda pendiente del muro de la capilla que servía de tránsito al claustro. En 1880 deja la iglesia para refugiarse, al parecer, en la sacristía. Sale de su escondite en 1907 para ocupar el hueco donde hoy acabamos de ver el otro retablo del Espíritu Santo. Finalmente, desde 1927 reposa en su actual capilla”. Hasta aquí el historiador. Pero las andanzas del retablo no habían terminado. Porque recientemente alguien decidió que debía retirarse de la iglesia, para ir a ocupar un puesto de honor en la llamada “Capilla de las Reliquias” que adquiría así el nuevo nombre de “Capilla del Retablo”.


Prosigue el historiador: “Bien merece, a guisa de desagravio, tabla de tan relevante mérito que copiemos aquí lo que en su alabanza dice Post en su historia del arte hispano: ‘Otro pintor anónimo que trabajó en los últimos años del siglo 14 y principios del 15, vuelve a una dependencia de modelos sieneses más fiel que ninguno de sus predecesores o contemporáneos, adoptando hasta la misma forma de retablo, el políptico con los santos personajes alineados en serie de compartimentos verticales, sin secciones laterales dedicadas a la manera española, a una pequeña colección de escenas narrativas. Tal es el retablo del templo de Monte Sión en Palma, cuyo compartimiento central contiene la Madona (La Señora) y el Niño adorados por ángeles músicos, ofreciendo flores, y los compartimentos laterales las figuras de pie de San Blas, María Magdalena, Santa Lucía y San Antonio Abad. Entre la Madona (La Señora) y el acostumbrado pináculo de la Crucifixión se halla interpuesta la Presentación de la Virgen. Los otros cuatro pináculos contienen los bustos de otros santos. No dudamos en identificarlos, con San Juan Bautista, Santa Margarita, Santa Catalina y San Cristóbal. La predela presenta, en siete subdivisiones, la vida de Nuestra Señora y descansa sobre una moldura decorada con medallones de la Pietà y otros personajes sagrados'”. Todo muestra una madera carcomida por los años.


VALOR ARTíSTICO DE LA IGLESIA.


Una sintética e inteligente mirada al conjunto de la Iglesia de Monte Sión hará resaltar su aspecto típicamente “Barroco” que ha sido llamado estilo “Jesuítico”, aunque con algunas variaciones aquí. Es una de las pocas obras predominantemente barrocas de la Ciudad de Palma, juntamente con la iglesia de San Antonio Abad, en la actual calle de S. Miguel.


Sería necesario detenerse en algunos pormenores interesantes, cargados todos ellos de contenidos artísticos e históricos.


El estilo del conjunto de la construcción no es uniforme, como suele suceder en obras que se van desarrollando en un período más o menos largo.

En el Interior. Evidentemente algunas líneas recuerdan el estilo gótico, en concreto por la línea ojival de los arcos principales. Pero enseguida se observa que esta impresión es la resultante de una imitación tardía.


Tenga en cuenta que las Capillas laterales han ido cambiando constantemente en lo que podríamos llamar su contenido religioso, imaginístico, ambiental.

Porque en ellas se han ido proyectando las ideas centrales de diferentes Congregaciones y Asociaciones Religiosas que se iban creando y que tenían su propio altar, y los deseos de algunos bienhechores con sus preferencias en las “Devociones”.


Salvador Torres que llegó a ser Novicio de la Compañía, y que sin duda pintaba bien, y dejó nueve cuadros sobre la vida y las experiencias místicas de San Alonso, que se hallan en la Iglesia y en la Sacristía. Fueron pintados con motivo de la Beatificación del ahora ya Santo Portero de Monte Sión, o sea alrededor del año 1825. Salvador Torres, que nació en Palma el año 1800 y murió en 1882, era hijo de Guillermo Torres Robert, también palmesano de nacimiento y de muerte, 1755-1829.


También hay que anotar que aparece en los escritos un tercer Torres, que fue pintor y al que se le atribuye el cuadro “Aparición de Jesús a San Ignacio”, cuadro que se puede admirar en la Capilla de San Alonso.


El autor de este notable cuadro se llamaba Josep de Torres, había vivido en el siglo 17, y esta su obra pictórica sería del año 1687, como afirma algun investigador de la Historia.


RECUERDA A OTRAS IGLESIAS DE ESTILO JESUíTICO.


La Iglesia de Mallorca recuerda “en algo” a las grandes iglesias de los Jesuitas en Roma: el “Gesù” donde se puede venerar el sepulcro del Fundador Ignacio de Loyola y el brazo de su primer compañero, el navarro Francisco Xavier, juntamente con otras reliquias famosas.


Y también en Roma “La Chiesa di Sant’Ignazio”, donde se pueden venerar los restos de San Luis Gonzaga y San Juan Berchmans, dos jesuitas estudiantes que son modelos para la juventud católica. Sus sepulcros son hermosos y de gran calidad.

RASGOS ESPECIALES.


La Iglesia de Monte Sión no alcanza los esplendores de las iglesias romanas, pero tiene algunos rasgos artísticos que conviene resaltar.


En primer lugar la fachada ya descrita anteriormente que conserva una simpática pátina de los siglos, con sus tres imágenes esculturales, el escudo del fundador del complejo de Monte Sión, entre las cuatro columnas salomónicas, curiosas y originales.

También tiene un gran valor artístico y teológico el gran Retablo del altar mayor bellamente dorado, algo oscuro ahora por los siglos transcurridos.


Y la espléndida bóveda con hermosas pinturas de escenas de diferentes temas religiosos. Estos cuadros resultan demasiado pequeños para ser contemplados a fondo desde el nivel del suelo.


OTROS VALORES.


Esparcidos por las paredes de la iglesia, de la sacristía y del Colegio de Monte Sión se pueden contemplar variados cuadros y estatuas de diferentes valores históricos y artísticos.


Varios de ellos, exactamente nueve, han sido pintados por Salvador Torres, un pintor relacionado con los jesuítas, que sin duda ofrece ciertos valores barrocos. Como le hemos dicho era hijo de Guillermo Torres Robert, que también trabajó para Monte Sión. De Salvador es, por ejemplo, el cuadro que representa “los Santos protectores de San Alonso en su juventud” y otros con escenas de la vida de Alonso.

Hay que recomendar especialmente el retablo con el cuadro sobre “La Venida del Espíritu Santo”, del siglo XVII, recientemente restaurado.


Es también hermoso el retablo dedicado a la madre de María Santísima, Santa Ana. El cuadro de la familia de María es obra de autor desconocido.


Al salir se puede visitar la Capilla del Sagrado Corazón. Mirando hacia el Altar Mayor se encuentra a su izquierda, esta Capilla ha sido especialmente cuidada por los Jesuítas y por los miembros del Apostolado de la Oración. Fíjese en la imagen de Jesucristo. Mire hacia los lados, los dos muros laterales de la Capilla, y verá que las paredes están recubiertas con dos lienzos pintados que significan mucho en una Iglesia de Jesuítas, aunque puedan tenerse diversas opiniones sobre su valor artístico.


La tela de la izquierda representa la aparición de Jesucristo a la religiosa Salesa, Margarita María de Alacoque, en Paray-le-Monial.


Y una frase en forma de círculo rodea las imágenes. La Leyenda dice así: “Hé aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres. (Jesucristo a la Beata Margarita)”. Margarita había nacido en 1647 y murió en 1690. Fue canonizada por Benedicto XV en 1920.


La tela de la derecha contiene otra manifestación de Jesucristo. Y esta vez es al Jesuíta, Venerable Padre Bernardo de Hoyos.


El Mensaje también en forma de círculo que rodea las imágenes, es el siguiente: “Reinaré en España y con más veneración que en otras partes. (Jesucristo al P. Hoyos)”. Observe algunos pormenores. Y verá que entre las dos imágenes se extiende un mapa de España, y en los cuatro ángulos de la tela, han sido reproducidos cuatro escudos representativos de cuatro Regiones de España, ahora las llamaríamos, Comunidades Autónomas: Los de Castilla, León, Cataluña, Navarra.

La tela de la derecha pone un nombre: Morell Manresa 1910.


El P. Bernardo Francisco de Hoyos había nacido en Torrelobatón, Valladolid, el año 1711, y había muerto en la misma ciudad de Valladolid, en 1735, cuando estaba viviendo el año de la llamada “Tercera Probación”.


El P. Hoyos murió joven, pero vivió intensamente la devoción al Corazón de Jesucristo. Según relató él mismo, el Señor le confió el encargo de propagar esta devoción. Y así lo hizo directamente y a través de otros Padres, a los que él había convencido. Hizo todo lo posible en charlas, sermones, imágenes, folletos, etc… En una de las visiones que tuvo, escuchó las palabras que recoge esta tela. El Padre Hoyos es Venerable, porque su causa de Beatificación ha sido incoada y aceptada.

También suscita muchos recuerdos a los visitantes mayores la Capilla de la Inmaculada, con los tres santos patronos de la juventud, San Luis Gonzaga, San Estanislao de Kotska y San Juan Berchmans.


Ante estas imágenes y en esta capilla han estado de rodillas durante un tiempo predeterminado jóvenes y muchachos “en guardias de honor”, y han participado en la Eucaristía diaria que allí se celebraba para los Congregantes Marianos.


Las Congregaciones MARIANAS nacieron muy pronto en la Compañía de Jesús, bajo la inspiración de algunos de los primeros jesuítas como Pedro Fabro, Claudio Jayo y Jerónimo Nadal. Pero adquirieron una forma definitiva y clara en el Colegio Romano, fundado por Ignacio de Loyola y dirigido por los Jesuítas, Colegio que fue el precursor de la actual Universidad Gregoriana de Roma. En este Colegio, un joven Jesuíta Belga, como decimos en otro lugar, fundó las Congregaciones Marianas, que muy pronto fueron ratificadas y apoyadas por los Papas. Entre los Papas promotores de las Congregaciones hemos de recordar: Gregorio XIII, con su Bulla “Omnipotentis Dei” de 5 de Diciembre de 1584, Benedicto XIV con su Bulla Aurea “Gloriosae Dominae” de 27 de Septiembre de 1748. A esta Bulla Aurea se referiría Pio XII en su Constitución Apostólica “Bis Saeculari”, que fue escrita dos siglos después. Estos son sólo algunos de los importantes documentos pontificios.


DESDE LA CALLE.


Entrando por la portería del Colegio, donde debería ubicarse lógicamente la Estatua de San Alonso de Tomás Vila. Ahora nos encontramos con la imagen de una joven Virgen y Madre, una talla en madera, de la conocida escultora mallorquina, Remigia Caubet. Obra del 1980.


Entramos en el claustro, que nos ofrece enseguida unas líneas antiguas, pero remozadas y transformadas por obras posteriores que lo han modernizado.


MONUMENTO A SAN ALONSO.


En un escondido ángulo del claustro del Colegio podrá Usted ver la bella estatua de San Alonso, Portero del Colegio, en actitud de ponerse de pie, con las llaves en la mano y un Rosario.


Es obra del escultor Tomás Vila, y fue colocada primeramente en el centro del Claustro, en un año muy importante de la Historia de España y de Mallorca, el año 1939, año en el que terminó la Guerra Civil comenzada tres años antes, el 18 de Julio de 1936.


Esta escultura tan hermosa fue bendecida solemnemente por el que, en su juventud había sido Congregante de la Congregación Mariana de Monte Sión, después, sacerdote, Obispo de Lérida, de Barcelona, y finalmente arzobispo-obispo de Mallorca, Don José Miralles Sbert, el día 23 de Abril de 1939, veintitrés días después del final de la Guerra Civil Española.


Esta imagen primeramente se erguía en el centro del claustro, un hermoso claustro del que se conservan, como elementos antiguos, solamente los arcos, las columnas y sus soportes.


BROCAL DE UNA FUENTE.


En el centro del claustro se ha colocado el brocal de una fuente típicamente mallorquina, que antes, en tiempo de San Alonso, se encontraba en un patio más interior, en el que ahora se puede leer una inscripción que recuerda en latín uno de los sucesos curiosos que le aconteció al Portero Alonso cuando sacaba agua con un cubo atado a una cuerda.


PATIOS DEL COLEGIO Y CUATRO PISOS.


En los diferentes patios del Colegio no hay grandes novedades arquitectónicas. Verá un reloj de Sol en la fachada interior de una torre y el acceso a una escalera principal. Verá dos lápidas que le explicamos en sus debidos espacios. Verá una inscripción en latín que explica el curioso milagro del cubo de agua y el cordel.


Verá el hermoso símbolo del nombre de Jesús sobre el portal que da acceso a la escalera principal y más antigua para los pisos superiores.. Verá las antiguas aulas y los corredores con una imagen de la Virgen en la primera planta, y largas filas de las “Orlas” de las sucesivas promociones de estudiantes sobre las paredes. Más arriba podrá contemplar los espacios y pabellones más modernos. Y desde arriba los deportes que pueden ejercitar los alumnos. Y, más arriba aún, los pisos reservados a la Comunidad de Jesuitas.


LOS COMIENZOS.


Ya hemos visto que los Jesuítas llegados a Palma de Mallorca venían con la intención de fundar un Colegio en el que pudieran estudiar algunos jesuítas jóvenes en formación, juntamente con laicos especialmente seleccionados, y alguna iglesia para poder realizar su apostolado pastoral.


ITINERARIO HISTóRICO.


El Colegio al principio no tenía local propio. Tuvo que recurrir a uno prestado, el “Estudi General”.


Pero muy pronto con la ayuda del fundador y de otros bienhechores se fueron adquiriendo las casas que rodeaban la primitiva capilla de Monte Sión, y se fue construyendo un Colegio, que es la parte más antigua del actual edificio, aunque ya está ahora profundamente reformado y modernizado.


Así mientras se iba construyendo la nueva iglesia, fueron creciendo las dependencias dedicadas a la enseñanza. También fue creciendo el número de los jesuitas de la Comunidad Mallorquina. En algún momento llegaron a superar la cifra de cuarenta. Así fue en el año 1611.


Participaban en todas las actividades apostólicas, misionales, predicación, fundando congregaciones muy florecientes y queridas por todo el pueblo, además del trabajo típicamente educador.


FUNDACIÓN DEL COLEGIO DE SAN MARTÍN.


En 1627, los Jesuítas de Palma recibieron la oferta de fundar otra casa, gracias a las cantidades de dinero recibidas en testamentos y donaciones.

El 13 de Octubre de 1630, ante notario, los Jesuítas adquirían una vivienda situada en la actual calle de La Protectora.


Pronto comenzaron los trabajos apostólicos. Pero ocurrió lo inesperado: una parte del pueblo y de los señores se puso en contra del nuevo Colegio. Comenzaba así la historia de este Colegio que fue muy agitada y cigzagueante.


Los Jesuítas y los contrarios buscaron apoyos. Pero el Colegio tuvo que permanecer cerrado durante 16 años. Se reabrió. Pero pronto surgieron nuevas amenazas, ahora a causa del edificio.


Los Jesuítas buscaron otro lugar en la salle de San Felio, ahora de San Cayetano. El 2 de Marzo de 1723 los Jesuítas se trasladaron allá. Comenzaron la construcción del nuevo templo, que se desarrolló en medio de grandes dudas y dificultades. No lo pudieron terminar. Porque antes de su terminación, llegó el Capitán Antonio Barceló, para deportar, en sus naves, a todos los Jesuítas de Palma. Era el año 1767.


Todo aquel conjunto pasó primero a los Padres Teatinos. Y a finales del Siglo 19, a los Padres de la Congregación de los Sagrados Corazones. Son los que ahora mantienen, promueven, embellecen y utilizan aquella iglesia, llamada de “San Cayetano” (fundador de los Teatinos) para su acción pastoral en Palma.


FUNDACIÓN DEL COLEGIO DE MONTE SIÓN DE POLLENSA.


En la otra parte de la Isla de Mallorca, hacia el Norte-Este, se encuentra una hermosa bahía, en la que podemos admirar el Puerto de Pollensa, y más adentro, la Ciudad o Pueblo de Pollensa. Es un nombre típicamente romano. Y en el pueblo se encuentran claros y evidentes restos de la civilización romana, lo que demuestra la presencia y la acción de los romanos en esta isla.


Los Jesuítas desearon fundar un Colegio en Pollensa. Y allá se fueron. Lo llamaron también Colegio de Monte Sión.


Los Jesuítas se dedicaron primeramente a las labores pastorales en la antigua iglesia de San Jorge, construída en 1532. Sucedía ésto en 1686, aunque se encontraron con la oposición de los Padres Dominicos, que trabajaban cerca.


Los Jesuítas se trasladaron entonces a la vertiente del “Calvario”, donde abrieron el Colegio de Monte Sión. La Iglesia de los Jesuítas fue bendecida el año 1738. Pero también duró poco la presencia y actividad de los Jesuítas allí. Porque, unos años después, en 1767, expulsados por Carlos III, tuvieron que embarcarse con sus compañeros de Palma, y viajar a Italia.


Su apostolado de educación de la juventud pollensina duró escasamente 30 años. Su labor pastoral unos años más, en total, unos ochenta años. La Iglesia y lo demás pasaron también a los Teatinos.


LOS JESUÍTAS DE PALMA SIGUEN TRABAJANDO.


Los Jesuítas, mientras tanto, desde Monte Sión, proseguían su trabajo en la sociedad mallorquina, palmesana.


También tomaron parte activa para ayudar a los prójimos en las calamidades de la sociedad, como en las luchas, tan violentas y enconadas, entre los diferentes grupos sociales, Canamunt y Canavall.


Fueron años terribles. Asesinatos. Linchamientos. Ejecuciones. Robos. Hambre. Violaciones, Bandoleros. Hay que leer algunos de los libros especializados en este tema para caer en la cuenta de este problema que fue largo en tensiones y años.

Los Jesuítas promovieron la reconciliación de los bandos en el mes de Octubre de 1632. Pero las brutales luchas prosiguieron.


Otro dato. Los Jesuítas asistieron a muchos de los enfermos de fiebre bubónica que se declaró en el mes de Enero del año 1652, a causa de un contagio proveniente de Cataluña que se filtró en Mallorca, por el Puerto de Sóller. Fue terrible. De Sóller se propagó el contagio a Alaró, y después llegó a Inca, y muy pronto a la capital, Palma. Parece ser que en total hubo unos 20.000 muertos. Los Jesuítas generosamente atendieron a los enfermos. Y algunos pagaron su generosidad heróica con su propia vida. Probablemente murieron 7 jesuítas afectados por la enfermedad de la peste, en actos de caridad y de servicio.


Un Jesuíta anti-sionista en Monte Sión. A finales del siglo 17 encontramos en el Colegio que se puede gloriar de llevar un nombre tan israelita como el de Monte Sión a un Jesuíta catalán que ha sido muy famoso desgraciadamente por un libro que publicó y que es profundamente anti-israelita, o sea, antisionista.


El Jesuíta se llamaba Francisco Garau, había nacido en Gerona el 15 de Enero de 1640. Fue un Jesuíta buen teólogo y suficientemente literato. Además Superior y Rector del Colegio.


Pero debe su fama a la menos importante de sus obras “La Fee triunfante” que fue impresa por vez primera en Palma de Mallorca en el año 1691. Esta obra era un duro ataque contra los “judíos conversos” que tanto abundaban y abundan en la Isla.

El P. Francisco Garau había entrado en la Compañía de Jesús el 26 de Julio de 1655, y murió en Barcelona el 10 de Julio de 1701. En la Compañía de Jesús, el P. Garau había ocupado cargos importantes, además del de Rector del Colegio de Monte Sión, como fueron los siguientes: Rector de los Colegios de Barcelona, Urgell y Zaragoza. También colaboró con la “Inquisición” y fue Censor y Calificador del Santo Oficio.

En su “La Fee Triunfante” el Jesuíta insiste en la descripción de los Autos de Fe con la intención de que no tengan que repetirse. Precisamente en este período histórico se produjeron repetidos “Autos de Fe” que incluían humillaciones públicas y hasta condenas a muerte de los “Conversos” que ocultamente practicaban algunas costumbres religiosas propias de su religión de origen.


De “La Fee Triunfante” se han hecho cuatro ediciones: la de 1691, y otras en 1755, 

1931 y 1984.


EXPULSIóN DE LOS JESUITAS POR CARLOS III.


El Rey absolutista, Borbón, Carlos III, desterraba de España y de todos los dominios españoles de ultramar a todos los miembros de la Compañía de Jesús, el día 27 de Febrero de 1767. La aplicación de este Decreto a la Comunidad de la Isla de Mallorca se realizó el 3 de Mayo de 1767, por tanto dos meses después.


En este día de Mayo fueron embarcados todos los Jesuítas de los tres Colegios que entonces tenían en Mallorca (el de Montesión de Palma, el de San Martín de Palma, y el de Monte Sión de Pollensa), en una nave de las varias que transportaban a otros jesuítas españoles de la Península, hacia Roma.


Esta verdadera escuadra de naves iba al mando del famoso mallorquín, “Capitán Antonio Barceló”, una curiosa figura de corsario, navegante y alto mando de la Armada Española. Su nombre era más complejo: Antonio Barceló y Pont de la Terra. Nació en Palma de Mallorca en 1716, y murió en la misma ciudad en 1797. Descendiente de marinos, él llegó a ser Teniente General de la Armada Española. De joven actuó como Capitán de Corsarios, persiguiendo a los barcos piratas procedentes de Argel. En 1735 era nombrado patrón del barco que realizaba el servicio entre Palma y Barcelona, alternando con su padre, Onofre.


En 1756 ingresó en la Armada Real como Teniente de Navío efectivo. En 1775 intervino en el fracasado desembarco sobre Argel. Tuvo varias actuaciones notables además, por ejemplo, sobre Gibraltar y Menorca. En su Isla se le llamaba “El Capitá Antoni”. Vivió durante años en el “Carrer del Ví” (calle que durante un tiempo fue llamada “del Capitá Barceló”). Una lápida con una inscripción recuerda este hecho. El “Carrer del Ví” se encuentra en el barrio de Palma más cercano al mar, junto a la Plaza de “La Drassana”.


Este mallorquín singular tuvo el extraño deber de deportar a los Jesuítas expulsados por su Rey, Carlos III. Entre los jesuítas que sin duda Barceló conoció en sus naves, se encontraba un zaragozano de noble familia, que llegó a ser Santo posteriormente, José Pignatelli.


Los Jesuítas mallorquines, al llegar a Italia, fueron destinados a la ciudad de Ferrara, y allí permanecieron, hasta que unos pocos años más tarde, el Papa Ganganelli, Clemente XIV, decidió la disolución de la Compañía de Jesús, de forma total.

Los Jesuítas de los Colegios de Mallorca dejaban tras de sí una larga historia, y unas bibliotecas muy bien conservadas y nutridas. En total 10.784 libros. Edificio y todo lo demás fue entregado por el Comandante General Marqués de Alós, el día 11 de Noviembre de 1769, a la Universidad Literaria.


Como consta por una lápida colocada en un muro del claustro principal, los locales del Colegio de Monte Sión sirvieron para la Academia de Artillería de España durante los años 1812-1814, a causa de la Guerra de la Independencia y la invasión de los ejércitos de Napoleón. Esta Academia tuvo que emigrar de sus edificios propios en la Península, buscando la seguridad y la eficacia.


LA COMPAÑíA DE JESúS RESTAURADA POR EL PAPA PIO VII.


Pero la Compañía de Jesús resucitó por voluntad del Papa Pio VII el día 7 de Agosto de 1814. Y regresó a España. Muchos mallorquines con sus autoridades religiosas y civiles al frente representaron y expresaron clamorosamente su deseo de que regresaran los Jesuítas a Mallorca y a su Colegio. Y se lo suplicaron así al Rey Fernando VII, los días 19 y 20 de Septiembre de 1814.


De hecho el 6 de Junio del año 1816 los locales del Colegio fueron devueltos a los Jesuítas en acto solemne. Recibió las llaves ante numeroso público el Rector de la nueva etapa del Colegio, el P. Francisco Company.


Un mes después, el 5 de Julio de 1816, se instalaron ya en el Colegio los PP. Baltasar Masdeu y Diego Martínez, que habían llegado recientemente de la Península.

En esta nueva etapa el Colegio de Monte Sión experimentó serias dificultades económicas y escasez de personal jesuítico. Se recurrió a algún sacerdote secular. Así hasta el año 1820. Cuatro años de una normalidad difícil.


NUEVAS EXPULSIONES Y RETORNOS.


El 1 de Enero de 1820 los nueve Jesuítas del Colegio de Monte Sión, juntamente con todos los de otras ciudades de España, debieron abandonar sus trabajos, a causa del proceso político español. Pero tres años después, los jesuítas pudieron regresar a sus destinos, porque Fernando VII de nuevo les devolvía la libertad de acción, el día 1 de Octubre de 1823. Se mantuvo la normalidad por diez años. El Colegio funcionaba. La Iglesia también con gran concurso de gentes. La Comunidad llegó a estar formada por quince religiosos. Así hasta el año 1835. Durante estos años se experimentaron varios terremotos en la Isla de Mallorca, que conmovieron a los habitantes.


Pero en el día 4 de Julio de 1835, una vez más las autoridades del Estado Español decretaban la expulsión de los Jesuítas. La noticia llegó a Palma el día 16 de Julio del mismo año. El 21 del mismo mes y año fue el último día de clases.

La Iglesia prosiguió su trabajo pastoral, todavía por un tiempo, al pasar a depender de un sacerdote secular hermano del Superior Jesuíta, Pedro Sancho.


En el Colegio se estableció el “Instituto Balear”. Y en el año 1838, la Universidad Literaria. La Iglesia fue cerrada por orden superior el día 23 de Febrero de 1837. Las campanas del campanario fueron destruidas. Una vez se abrió la iglesia para que sirviera como sede de un Colegio Electoral.


Poco a poco fueron volviendo los aires de paz y de respeto, hasta que en 1844 un Jesuíta, el P. Juan Luis Martorell fue nombrado custodio de la iglesia.


Durante todo este tiempo un hermano coadjutor realizó una gran actividad apostólica en Palma y en la Iglesia de Monte Sión. Fue el H. Gregorio Trigueros que también fue Profesor. Este hermano, nacido en Madrid el 9 de Mayo de 1795, trabajó en Palma como Jesuíta durante 57 años. Fue profesor, apóstol de la devoción al Sagrado Corazón, a los Angeles y muy especialmente al H. Alonso Rodríguez. Era tenido como un jesuíta excepcional por los palmesanos, y le respetaban como a un santo. Por ejemplo, el fundador de los Misioneros de los Sagrados Corazones, P. Joaquín Rosselló, en su “Autobiografía” describe al Hermano Trigueros como a su Director, al que le debía mucho.


El Hermano murió en Palma, en la casa de los Maroto, el año 1877. Había entrado en la Compañía en Madrid el 12 de Abril de 1819, y, siendo todavía novicio, fue enviado a Monte Sión.


Otro hermano que dejó una amplia estela de cuadros es el H. Sebastián Gallés, nacido en Barcelona en 1812, murió en Veruela, Zaragoza, el 1900.


Fue un buen pintor. Los seis cuadros que llenan completamente los muros de la “Capillita” o Ermita de Bellver son suyos, más uno que se conserva en la iglesia de Monte Sión y que representa la manifestación de María Santísima al H. Alonso en el camino de Bellver.


El Concordato de 1851 devolvió la paz a la Iglesia, y los Jesuítas pudieron regresar a España, como misioneros. Los 20 Jesuítas de Mallorca vivieron dispersos. Algunos residían en una casa de la Calle del Sol. Pudieron sin embargo utilizar su Iglesia de Monte Sión.


Llegaron otra vez las dificultades con los movimientos revolucionarios de Julio de 1854. No se les permitió a los jesuítas vivir juntos. Pero una Real Orden del 24 de Octubre del mismo año 1854 permitía el traslado del Colegio de Misioneros de Loyola a algún sitio de las Islas Baleares, concretamente a la casa de los Franciscanos en Lluchmayor, o de los Dominicos en Manacor.


Pero ninguna de las dos casas reunió las condiciones necesarias. Y así los jesuítas llegados a Mallorca, casi todos novicios, fueron hospedados por los Padres de la Misión, donde permanecieron hasta el 15 de Diciembre de 1855, para regresar a Loyola. Algunos Padres entonces pasaron a vivir a la Residencia de la Calle del Sol, y posteriormente, a la casa número 4 de la Calle del Viento.


La Reina Isabel II estuvo en Palma de Mallorca y curiosamente visitó el Instituto Balear, instalado en los locales del Colegio de Monte Sión, y después pasó a la Iglesia. Isabel II había llegado con su esposo Don Francisco de Asís y de sus hijos, el Príncipe de Asturias que fue Alfonso XII, y de las Infantas, Isabel y Pilar, el día 12 de Septiembre de 1860. La visita a los edificios de los Jesuítas se realizó en la mañana del día 14.


Los años desde 1856 hasta el 1868 fueron de calma. Pero llegó la Revolución del 28 de Septiembre de 1868. Y con su triunfo, una nueva expulsión de los Jesuítas. Los de Mallorca se dispersaron. Pero volvieron a reunirse cuando subió al trono Alfonso XII, en 1874. Algunos tenían su residencia en la Calle Beato Alonso, número 52. Otros en la Calle San Cayetano, número 8. Otra casa residencia estuvo en la Calle Pont i Vich, del año 1896 al 1919. Hasta que en el día 6 de Junio de 1919 pudieron regresar al antiguo Colegio de Monte Sión.


En estos años florecieron las Congregaciones Marianas, fundadas, dirigidas por los pocos Padres que había en Palma y restauradas canónicamente en 1879. Un dato curioso: el 29 de Marzo de 1879 el joven José Miralles Sbert fue nombrado instructor de aspirantes de la Congregación. El mismo pasó a ser Vice-Secretario el 7 de Enero de 1880. Unos años después, sacerdote, fue nombrado Obispo de Lérida y más tarde de Barcelona. Finalmente fue arzobispo-obispo de Mallorca. Congregaciones Marianas fueron también fundadas en las principales ciudades y villas de la Isla. En el mes de Marzo de 1920, después de una tanda de ejercicios para caballeros, se fundó la Congregación Mariana de la “Presentación de Nuestra Señora y de San Alonso”. Hubo 148 socios fundadores.


De estos años es el P. Guillermo Vives, fundador del Patronato Obrero de San José en 1907, natural de Pollensa, en donde murió el 20 de Abril de 1935, cuando la disolución de la Compañía por la Segunda República. Su “Patronato” todavía perdura, después de 90 años de existencia. En sus comienzos fue una Obra de gran sentido social a favor de los Obreros. Después ha ido evolucionando según los tiempos, y ha ocupado diferentes locales.


Unos años después, dio un gran impulso al “Patronato Obrero” el P. Enrique Ventura Noceda, quien había nacido en Barcelona en 1906, para morir en Gandía en 1981. Ahora el “Patronato” está dirigido por laicos bajo la orientación espiritual de algun Jesuíta.


El P. Miguel Alcover Sureda que había nacido en Manacor en 1864, murió en Palma el 17 de Noviembre de 1945, cuando la Compañía de Jesús ya estaba restaurada, en tiempo de la Dictadura del General Francisco Franco. El P. Alcover, hermano del autodidacta lingüista y escritor famoso, Antonio María Alcover Sureda, fue un interesante investigador de la arqueología y la prehistoria de Mallorca. Sobre estos temas escribió artículos y folletos. Dió conferencias. Trabajó también mucho en la Iglesia de Monte Sión, como confesor incansable.


No podemos olvidar al sabio hermano del P. Miguel, dos años anterior a él, porque Antonio María nació también en Manacor, el año 1862, fue también Sacerdote, Profesor del Seminario, Canónigo Magistral y Vicario General en tiempo del Obispo Campins, desde 1898 hasta 1916, pero su mayor fama le vino por ser el gran compilador y editor de las “Rondayes Mallorquines” (más de 24 volúmenes) con el pseudónimo de “Jordi d’ es Racó”, muy especialmente por haber comenzado la preparación y la edición del “Diccionari de la Llengua, Catalá, Valenciá, Balear”. D. Antonio María fue gran polemista, foklorista y propulsor del estudio de la Lengua Catalana y sus modalidades. Murió en Palma de Mallorca el año 1932.


LA SEGUNDA REPúBLICA. LA GUERRA CIVIL Y EL REGRESO DE LOS JESUíTAS A MONTE SIóN.


El día 14 de Abril de 1931 fue proclamada la Segunda República Española. Muy pronto se vio su visceral anticlericalismo. La Constitución Republicana expulsaba a los Jesuítas de España, en un artículo que se hizo famoso, el número 26. La Constitución Republicana se promulgó con su publicación en la “Gaceta de Madrid” el día 10 de Diciembre de 1931. Y el Decreto del Gobierno en el que se aplicaba el artículo 26 de la Constitución a los Jesuítas fue publicado en la “Gaceta” el 24 de Enero de 1932. El primero de los 10 artículos del Decreto decía: “Queda disuelta en el Territorio Español la Compañía de Jesús”.


Las consecuencias llegaron a Mallorca unos días más tarde. El día 2 de Febrero de 1932 los miembros de la Comunidad de Monte Sión tuvieron que abandonar los locales de su residencia. El Arzobispo-Obispo, José Miralles Sbert, nombró al canónigo Don Francisco Esteve como custodio de la Iglesia y del Colegio. Los Jesuítas se dispersaron por diferentes casas, pero prosiguieron sus trabajos apostólicos en la Catedral y otras iglesias. Por ejemplo, los Congregantes Marianos de las dos secciones se reunían con el P. Jesuíta su Director en la Iglesia del Monasterio de Santa Clara.


Durante la Guerra Civil (1936-1939) Mallorca estuvo en poder de los “Nacionales”. Y todavía duraba la Guerra, cuando el Colegio de Monte Sión y su Iglesia fueron devueltos a la Compañía de Jesús. El Gobernador Civil de Baleares así se lo comunicó a los dispersos Padres y Hermanos, el día 29 de Octubre de 1936.

Las clases se reanudaron el 10 de Octubre de 1938. Fueron unos 120 los primeros alumnos. Y tres los Cursos de Bachillerato que se pusieron en marcha. Su primer Prefecto de Estudios fue el P. Magín Negra, un hombre nacido en Barcelona en 1891. Muy emprendedor, alegre y simpático, supo realizar su misión de restaurar el colectivo de educación jesuítica, después de tantos años de su desaparición. El P. Negra murió en Raymat el año 1970. Había comenzado una nueva y larga etapa del Colegio de Monte Sión y de su Iglesia. El Colegio no había funcionado desde 1835. Durante más de un siglo, por tanto, no se dieron clases en él, impidiendo así las metas para las que había sido fundado en 1561.


LARGA NORMALIDAD. NOTABLE ETAPA DE EXPANSIóN.


La nueva etapa del Colegio de Monte Sión ha sido de un claro y acelerado progreso con algún altibajo por lo que se refiere a algunas instituciones que han ido creándose a su alrededor.


Mientras el Colegio crecía, la Iglesia iba perdiendo el brillante esplendor de los años anteriores, cuando en ella se congregaban multitudes en los Domingos, días de Fiestas especiales y en las grandes procesiones de la Inmaculada y el Sagrado Corazón. Durante un tiempo, unos pocos años, la Iglesia se convirtió en Parroquia, pero pronto renunció a esta responsabilidad y volvió a la normalidad pastoral de una iglesia de religiosos, cada vez menos influyente por varias circunstancias.

La adquisición de una hermosa Casa de Ejercicios, colocada en un precioso lugar alto muy cerca de la ciudad de Palma, dió un gran impulso a ese ministerio tan propio de la Compañía: Es la que ahora se llama “Casa de Espiritualidad San Alonso Rodríguez”. Así esta obra tan importante y tan influyente en el ámbito del Espíritu lleva el nombre del glorioso Hermano Portero.


En lo que se refiere al Colegio, han ido cambiando los planes de estudio según los gobiernos centrales y los tiempos. Los primeros años el Colegio fue ocupando los locales donde estaba instalada y funcionaba con gran eficacia la “Congregación Mariana” con sus dos secciones “Luises” para los jóvenes y “Kostkas” para los muchachos. También había una Congregación para Caballeros, que llevaba el Nombre de “Congregación de la Presentación y de San Alonso”. La dirigió bastantes años el P. Pedro Nolasco Isla, quien fue el fundador de un Semanario titulado “El Luchador”. También fue el que puso en marcha la adquisición de “Son Bono” para Casa de Ejercicios. El P. Isla había nacido en Soria el año 1875, y murió en Palma el 1958.

Las Congregaciones Marianas han sido siempre importantes instrumentos apostólicos para los Jesuítas y para la promoción de la juventud eminentemente cristiana y católica, desde los inicios de la Compañía: los PP. Jerónimo Nadal, Claudio Jayo, Pedro Fabro, en varias ciudades de Italia y Sicilia, impulsaron asociaciones que fueros verdaderas precursoras de las Congregaciones Marianas. Fue un joven Jesuíta belga, Jean Leunis, el que las creó en el Colegio Romano, en 1563. En la actual Sacristía podemos admirar la hermosa y artística obra de arte, colocada en el mes de Enero de 1954, cuando se cumplía el 75 aniversario de la restauración canónica de las Congregaciones Marianas de Monte Sión. La inscripción expresa que este recuerdo artístico está dedicado al Papa, Pio XII, el Papa Congregante de la “Bis Saeculari”, Constitución Apostólica del 27 de Septiembre de 1948. En la placa se pueden ver los símbolos del Papa, Llaves y Tiara (arriba), y el escudo de las Congregaciones (abajo). Y las fechas: 1879 – ENERO – 1954. (1879, año de la Restauración Canónica. 1954, Año de la celebración del 75º aniversario de la Restauración y año de la colocación de esta inscripción o recordatorio).


Las Congregaciones tuvieron que ir buscando sucesivamente otros locales. Uno estuvo en la Calle Zavellá, otro en la que ahora se llama “Carrer del Palau Reial”. Finalmente se instalaron en un local de la Calle de Apuntadores, muy cerca del Carrer del Ví donde vivió el “Capitá Barceló”. Las Congregaciones han sido decisivas en la promoción de las vocaciones religiosas.


Mientras el Colegio crecía en número de alumnos y en cursos, se fueron creando otras instituciones, como, por ejemplo, el ODEM, “Organización de Escuelas del Mediterráneo” con su “Escuela de Turismo”, la “Escuela de Mandos Intermedios”, la “Escuela de Idiomas”, “De Secretariado”, etc. ODEM posteriormente evolucionó hacia otras formas y desapareció como tal.


El Colegio se fue ampliando en su lugar histórico. Porque se construyeron nuevas partes de un edifico especialmente dedicado a aulas y salas de reunión, hasta cuatro pisos. Pero el crecimiento del Colegio de Monte Sión fue tal que tuvo que salir de sus propios locales tradicionales, y se crearon varios pabellones y campos de Deportes en Son Moix, muy cerca de Son Rapinya. Fueron bendecidos e inaugurados el 13 de Marzo de 1968, por el entonces Rector del Colegio, P. Narciso Anglada.


La construcción de nuevos edificios sigue adelante allí, para acomodarse a los nuevos tiempos y nuevas normas educativas. Se ha construido un magnífico “Polideportivo San Pedro Claver”, terminado en 1996. Pedro Claver fue el discípulo más aventajado de Alonso Rodríguez.


Florecientes parques rodean los pabellones de Son Moix. Y entre los verdes árboles, se puede ver también la escultura de San Alonso, Portero, en actitud de levantarse del sillón, obra de Tomás Vila, como la hemos visto antes, pero aquí en bronce. Esta escultura fue obra de la fundición R. Vila de Valls, Tarragona.


Y además allí está el busto del conocido Jesuíta Hermano Sebastián Prades que dedicó la mayor parte de su vida a la educación de niños y adolescentes en el Colegio de Monte Sión, especialmente en los nuevos pabellones de Son Moix. Este elegante busto de bronce está sobre una peana de piedra en la que se pueden leer los siguientes datos. En frente: “SEBASTIáN PRADES. 1977”. En la parte derecha: “Sus alumnos”. En la parte izquierda: “50 años de Jesuíta”. Este homenaje se dedicó al H. Prades, durante su vida, cuando se cumplieron los 50 años de su vida religiosa, como homenaje de sus alumnos. El H. Sebastián Prades Tena había nacido en Villafranca del Cid, Castellón el año 1912. Murió en Palma en 1986.


Además todo el Colegio se ha ido convirtiendo en un Colegio mixto, y han ido tomando en él y en sus estructuras, cada curso más importancia los laicos, profesores y profesoras, que también ocupan puestos directivos. Funciona un Grupo de Scouts San Alonso que se dedican a las actividades propias de su institución que depende del APA, Asociación de Padres de Alumnos. El número de alumnos en 1996 fue de 1.424. Los Profesores Jesuítas fueron 7, y los Laicos (hombres y mujeres) han sido 47.

En los antiguos locales de Monte Sión funcionan también ahora las llamadas “Aulas de la Tercera Edad”. Y la Compañía de Jesús ha tomado a su cargo la “Parroquia de San Juan de Avila” situada en el Polígono de Levante. Allí hay también un Centro Social.