En “Irma, la dulce”, previa a la que comento, el protagonista, enamorado de una prostituta, tiene que luchar contra el personaje que él mismo ha creado. La trama de “Bésame tonto”, algo tiene de ella pero va más allá. LA película es la adaptación de una obra teatral de A. Bonacci, titulada “La hora de la fantasía”. Recuerdo el estreno de la comedia en el teatro Principal con I. Gutiérrez Caba que protagonizaba los dos personajes femeninos. La historia, como ya he dicho, es aparentemente sencilla: un compositor pueblerino (R. Walston) y su amigo, aprovechando la llegada a su pequeña localidad de un famoso cantante, Dino (D. Martín), célebre también por sus amoríos como queda de manifiesto en la primera secuencia del film, deciden que pase la noche en casa del celoso compositor, por lo que se las ingenian por alejar a la esposa (F. Farr) y contratar a una prostituta, Polly, la Bomba (K.Novak) para sustituirla. A partir de ahí el enredo está servido. Lo no previsible es la transformación que van a vivir las dos mujeres. Todos, en nuestro más recóndito interior y posiblemente de forma inconsciente anhelamos ser otro, aunque sea por unos momentos e incluso por una hora como indica el título de la obra teatral en el que se inspira la película.
Eso explicaría la actitud que a lo largo de la historia van adoptando las dos mujeres: Polly, se dignifica convirtiéndose en la fiel ama de casa que nunca ha sido, mientras que la digna esposa acaba en los brazos de Dino. De esa forma cada una de ellas ha superado sus frustraciones, viviendo un “sueño” que se convierte en realidad. Peligroso el ejercicio que propone B. Wilder pero más peligroso sería pensar que, en definitiva, todo es relativo y cada uno es víctima de sus circunstancias que moldean nuestra forma de actuar. Relativismo en estado puro, moral de las circunstancias. Si el verdadero y último autor de una película es el espectador conviene que sea él el que decida, pues, como alguien dijo, “en cine nunca digáis cuánto son dos y dos”.
El trasfondo es complejo y por eso seguramente el público se divierte más con lo caricaturesco: los patológicos celos del protagonista subrayados por la banda sonora y pocos más y por supuesto por debajo de la inteligencia y de la habilidad del director.
Si para hacer buen cine, como dijo B. Weston hace falta cinismo, creo que se equivocó. En “Bésame tonto” lo hay y no deja de parecerme una malograda película que nos viene a decir que el secreto deseo de una mujer “ligera” es ser un día una honesta esposa y que la virtuosa sueña con una noche de liviandad.
J.L.Godard ha dicho en una de sus últimas entrevistas que cada vez más estaba tentado de hablar de obras y no de autores. “Bésame tonto” podría ser una buena razón para apoyar su teoría.
por Jaime Llabrés Carbonell
Dirección: Billy Wilder
Guión: Billy Wilder, I.A.L. Diamond